México
y el resto del mundo moderno está inmerso en una enorme cantidad de
problemáticas: el hambre, la pobreza, la contaminación, el agotamiento de los
recursos naturales, la intolerancia, las guerras las epidemias, etc. Enlistar
todos los retos que debemos enfrentar actualmente tomaría más que la extensión
de todo este ensayo. Sin embargo, después de esta investigación y en base a
conocimientos propios anteriores, creo que es acertado decir que un problema en
específico podría ser considerado la raíz de todos los otros: la educación.
El
rezago educativo crea un círculo vicioso de problemas en nuestra sociedad.
Por
ejemplo, una pareja de padres sin ningún grado de escolaridad difícilmente
podrán encontrar un trabajo que les permita vivir dignamente y cumplir con
todas sus necesidades. Esto se complica más con la llegada de los hijos,
quienes seguramente nacerán en condiciones de pobreza y, por lo tanto, tampoco
podrán asistir a la escuela, pues sus padres los obligarán a traer dinero a la
casa sin importar su edad. Y así, crecen cada vez más generaciones sin los
instrumentos necesarios para desarrollarse personal y profesionalmente. La baja
escolaridad no solo impacta a las personas que lo padecen; en realidad, toda la
sociedad se ve afectada: la pobreza crece, la violencia aparece, los recursos
naturales se manejan de manera ineficiente y se pierde la oportunidad de contar
con las habilidades e ideas de un gran segmento de la población que no tiene
acceso a la educación y, por ende, al mundo profesional.
Imagen tomada de Milenio
Ver los retos de México en las aulas aquí
Creo
que cada día que un niño deja de ir a la escuela se pierde otra mente más que
pudo haber cambiado a México. Es por eso que es crucial fomentar la educación
no solo en el aula, sino en el resto de la vida de los estudiantes. Me parece
que, en el caso particular de los niños, el crear contenido nuevo y dinámico
que puede ser accedido desde cualquier punto podría ser una buena herramienta
para motivar su interés por algún tema determinado y para que, aún sin asistir
formalmente a un aula, puedan aprender a ser mejores personas y futuros
ciudadanos. Así pues, la Educación 2.0 y
3.0 no deben ser una idea futurista, sino una realidad para todos los
estudiantes de nuestro país.
Aunque
nuestra propuesta es relativamente sencilla, si es implementada y replicada
correctamente, podría acercar a muchos niños temas esenciales para su
formación, como la sustentabilidad y los valores, en este caso.
Claudia Viridiana DiezMartínez
La idea de una educación 2.0 o 3.0 es plausible siempre y cuando no olvidemos que el uso de tecnología, por ejemplo, es un medio y no un fin en sí mismo. Por supuesto que está bien contar con los más avanzados instrumentos tecnológicos y que la conectividad ya dejó de ser un lujo para convertirse en una necesidad del ciudadano del siglo XXI. Sin embargo, también es cierto que todo esto no debe ser más que un instrumento para la auténtica educación: en pensamiento crítico, en emprendimiento, en respeto hacia lo distinto, en responsabilidad ciudadana... Es decir, los retos educativos del siglo XXI son, en efecto, de este siglo, pero siguen siendo, también, los mismos retos del ser humano desde la creación de la civilización. El reto sigue siendo cómo somos mejores seres humanos y cómo creamos mejores sociedades.
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